La presencia del pez cabeza de serpiente en ecosistemas ajenos puede producir impactos que van más allá de la alteración ecológica, como consecuencias económicas negativas en sectores como la pesca y el turismo, incluyendo riesgos para la salud humana debido a posibles transmisiones de enfermedades, amenazas para la conservación de especies nativas en peligro de extinción, e interacciones con otras especies invasoras o endémicas que pueden desestabilizar la estructura y el equilibrio de todo el ecosistema.
Son depredadores voraces que pueden alimentarse de una amplia variedad de especies acuáticas, lo que ha provocado un desequilibrio en los ecosistemas donde se han introducido. Se reproducen rápidamente, se adaptan a diferentes condiciones ambientales y son difíciles de controlar. Su presencia ha causado daños en la biodiversidad local y en la economía de las zonas afectadas, a pesar de los esfuerzos de erradicación, siguen siendo una plaga incontrolable en muchas regiones del mundo.
La presencia del pez cabeza de serpiente en ecosistemas ajenos puede producir impactos que van más allá de la alteración ecológica, como consecuencias económicas negativas en sectores como la pesca y el turismo, incluyendo riesgos para la salud humana debido a posibles transmisiones de enfermedades, amenazas para la conservación de especies nativas en peligro de extinción, e interacciones con otras especies invasoras o endémicas que pueden desestabilizar la estructura y el equilibrio de todo el ecosistema.
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